miércoles, 27 de agosto de 2008

Sabor salado

Si hace unos años hubiésemos hablado de sal, habríamos dicho que había sal gorda y sal fina. Y punto. Pero desde hace unos años venimos asistiendo al nacimiento a la vida de diversas sales. De las primeras que nos llegó como producto gourmet fue la sal Maldon, una delicia que permite en cocina unos maravillosos juegos de textura, haciendo que una carne de buey, por ejemplo, de repente, y con un crujidito entre nuestros dientes, potencie su sabor en un festín salado. Poco después empezaron a llegar diversas flores de sal francesas, ibicencas y británicas. Y luego las aromatizadas, como las de Halen Môn, una casa galesa que, aparte de sus sales aromatizadas a la vainilla y a las especias, a cuya venta también se dedican, nos ofrece una sal ahumada sobre virutas de roble, que aporta unos deliciosos aromas de madera a nuestro paladar.

Por fin, en estos últimos tiempos, nuestra industria salinera parece estar reaccionando y surgen novedades cada día. Así, una firma tan tradicional como Proasal ha abierto con las escamas de sal marina negras un nuevo frente, y la Salinera Española se ha lanzado al mercado gourmet bajo la marca Sal de San Pedro, con una línea de sales que comprende, ademas de la flor de sal natura, cuya etiqueta ilustra este post, sales aromatizadas al azafrán, la cayena de cultivo ecológico o los cítricos.

Fíjense si en esto hemos avanzado, que hasta hay un Portal de la Sal, aún algo en pañales, pero que promete.

Aunque para sabor salado, el del agua del mar sobre la piel del ser amado.

2 comentarios:

  1. Ya que con el post sobre el chocolate me vi obligada a hacer pública mi no afición al mismo (y al dulce en general), hoy tengo la oportunidad de declarar mi amor incondicional por la sal (sí, soy un proyecto de hipertensa).
    Y las buenas sales me fascinan. Soy exigente hasta para la que uso en la cocina cotidiana (Soria Natural, elijo la intermedia, que es de esas sales húmedas que se palpan al tomarla entre los dedos). Porque en la cocina me encanta la sensación de los productos al tacto y la sal siempre, siempre, hay que disfrutarla con la mano, en ese momento brujesco que es el de dejarla caer sobre una cazuela (conozco gente que emplea el salero, como si le diera miedo, y hasta quien la lanza desde el propio bote, a montones).
    La Sal Maldon, aunque hoy ya se encuentra hasta en el supermercado de la esquina, me sigue pareciendo magnífica, y las que propone nuestro blogger, pues, qué decir, de primera, como todas sus elecciones.
    Además me ha matado saber, porque lo sé, que esa nueva sal que ha probado es de azafrán, mi especia favorita.

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  2. Y, sí, esa opción del último párrafo es muy tentadora para los que somos amantes de ese sabor y además amamos una piel determinada. Hay ph con reacciones sorprendentes y a mí me encanta experimentar.

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