lunes, 26 de enero de 2009

Toros voladores, arte y buena mesa en la ciudad de Mozart


Los que vayan a Salzburgo, si lo hacen en avión, deberían fijarse al aterrizar en el Hangar 7, una preciosa construcción de acero y cristal que esconde la última creación de Red Bull.

La marca de bebidas energéticas, como bien saben, es de las que más invierte en promoción e imagen en el mundo, vendiendo no su producto directamente sino un estilo de vida. Y en esa línea ha creado en el mismo aeropuerto de Salzburgo el Hangar 7.

Uno de los eventos que patrocina Red Bull es un campeonato mundial de vuelo acrobático. A raíz de esto, y para reforzar esa línea promocional, la marca decidió crear los Flying Bulls, un equipo propio de pilotos acrobáticos con una pequeña flota de aviones y helicópteros destinados y/o adaptados a tales usos. Así, hay desde avionetas acrobáticas hasta Alpha Jets (aviones de caza militares con licencia para vuelo civil) pasando por helicópteros Bell modificados. Además, para transporte de paracaidistas, cuentan con un precioso DC-6B con todo el fuselaje cromado. Y, por supuesto, un equipo de más de 60 ingenieros para cuidar de sus criaturas.

Los Flying Bulls necesitaban una casa, y dónde mejor que en un aeropuerto. Y eligieron el de Salzburgo, donde los chicos de Red Bull, fieles a su filosofía, lejos de limitarse a dar cobijo a su equipo de vuelo acrobático, crearon un bello envoltorio para su residencia.

Así nació el Hangar 7, situado a pie de pista, y anexo al Hangar 8, donde se hace el mantenimiento y reparación de las aeronaves de los Flying Bulls.

¿Y qué el el Hangar 7? Pues viene a ser lo que algunos llaman un espacio multicultural, pero para mí debe ser algo parecido al lounge del Paraíso. Allí, aparte de ver alguna de las aeronaves de los Flying Bulls, o algún Red Bull de Fórmula 1 , hay continuamente exposiciones de arte maravillosas, un restaurante estupendo, el lounge bar Carpe Diem y un bar de copas, el May Day, que abre hasta las tres de la mañana, una hora a la que, en Salzburgo, se lo aseguro, es difícil encontrar quien te sirva un trago.

El restaurante se llama Ikarus, y tiene el placer de tener al frente de sus fogones cada mes a un cocinero relevante del panorama internacional (en febrero, por ejemplo, contarán con Dani García, cocinero del restaurante Calima, de Marbella, y uno de los valores mas cotizados de los fogones españoles).

Así que, si van por Salzburgo, no lo duden: reserven mesa en el Ikarus, vayan un poquito antes para ver alguna exposición, tomen un Dry Martini en el Carpe Diem, y después de cenar, bébanse a mi salud un gin tonic de Hendrick's con pepino en el May Day.

Y luego me mandan un correo para ponerme los dientes largos...

Foto: El Hangar 7.

domingo, 25 de enero de 2009

Pequeña pero matona


Es chiquitita y delicada, rebelde y difícil de cultivar pero empieza a regalarnos vinos que hacen soñar con una botella mágica que no acabe nunca. La Viognier es una uva de origen francés que casi llegó a desaparecer hace cuatro décadas y que hoy se cultiva en distintas zonas vinícolas del mundo, desde Canadá hasta Nueva Zelanda, entre ellas varias españolas.

Se desconoce el origen de su aparición en la zona septentrional del valle del Ródano. Según unos, los griegos la llevaron allí junto a otra de mis favoritas, la Syrah. Según otros fue el emperador Probus quien, allá por el año 281, trasladó la cepa desde Dalmacia hasta Condrieu. El misterio no hace sino más encantadora la personalidad de una uva que produce vinos originalísimos, densos y plagados de aromas de frutas exóticas y flores.

Con entre 1,2 y 1,5 kilos por cepa, el rendimiento de la Viognier, que bien trabajada da lugar a vinos de excelente calidad, es bajo. Mi sugerencia para aquellos que quieran descubrirla es el Vallegarcía Viognier 2006 (15,50 euros en el Club del Gourmet de esos grandes almacenes que M. Le Connaiseur no permite mencionar hasta que no patrocinen este blog), primer 100% Viognier elaborado en España y con el que yo he tenido el inmenso placer de enamorarme de ella.
Déjense fascinar por un vino de pago elaborado por una bodega joven -su primera cosecha fue en 2003- que está instalada en Retuerta del Bullaque (Ciudad Real), en las estribaciones de los Montes de Toledo, y cuyas creaciones no podían llevar mal camino cuando su inspirador ha sido Carlos Falcó. Tan sólo tres de las apenas 25 hectáreas que ocupan los viñedos de Vallegarcía están plantadas de Viognier (el resto se reparte entre Syrah, principalmente, Merlot y Cabernet Sauvignon). El Vallegarcía Viognier tiene fermentación sobre lías y entre sus particularidades está que su crianza en barrica es específica en cada vendimia. La edición 2006 del único blanco de esta bodega encuadrada en la denominación Vino de la Tierra de Castilla se limita a 4.000 botellas. Su precioso tono dorado encuentra continuación en un aroma intenso y un paladar, ante todo, sorprendente: graso, con notas ahumadas sobre la sensación predominante, de frutas exóticas. Otra joya dentro de la cada vez más atractiva oferta de blancos nacionales y que, por cierto, a mí me recuerda a mi todavía no destronado Belondrade y Lurton. Ahora, que el Vallegarcía Viognier es perfectamente merecedor de una medalla de plata. En cuanto a su maridaje, es capaz de sostener incluso a unas anchoas de Santoña. Yo tengo ganas de probarlo con una buena selección de quesos, con los que creo que combinará estupendamente gracias a su fondo frutal y floral, y a su toque goloso.

Andalucía, Baleares, Murcia y, claro, Castilla-La Mancha son las comunidades en las que está autorizado el uso de la Viognier para la elaboración de vino. ¿Será verdad, como se ha llegado a decir, que la pequeña puede poner en jaque el reinado de la mismísima Chardonnay...?

Fotografía superior: La Viognier, una uva extremadamente sensible a las heladas y que debe recogerse en su punto óptimo de madurez para que sus valores aromáticos y gustativos conserven todo su potencial.
Fotografía inferior: Botella de Vallegarcía Viognier.

domingo, 11 de enero de 2009

¿Otro café?


Dada la afluencia de visitas que está registrando Hedon&Sibaris por el artículo El café que toma George y teniendo en cuenta las búsquedas en Google por las que los lectores llegan al blog, consideramos interesante abundar en la información sobre la Welcome Offer (Oferta de Bienvenida) de Nespresso.

Esta opción sólo está disponible para nuevos clientes y una sola vez, cuando el comprador se registra como socio del Club Nespresso y se dispone a realizar el primer pedido por Internet o por teléfono, o bien su primera adquisición en una boutique de la marca. 


La Welcome Offer (en la imagen superior) se compone de 250 unidades de las distintas variedades Nespresso, organizadas en las cajas de 10 cápsulas que se utilizan siempre para su embalaje (cajas que son la razón de que las compras sólo puedan realizarse por decenas y que mostramos en la fotografía inferior). Incluye dos tiras -veinte monodosis- de cada una de las nueve variedades Espresso, una tira -diez monodosis- de las tres variedades Lungo y cuatro tiras -cuarenta monodosis- del Special Club, la edición limitada del año. Además, se regala el librito Iniciación al Ritual del Espresso, con bonitas ilustraciones, que recopila información sobre los orígenes del café, su degustación, los procedimientos que utiliza la marca para su producción y la composición de cada una de las variedades que conforman la gama Nespresso.


La gran caja se acompaña del coffret de fibras de madera tintada en ébano que la casa vende para redondear la presentación de sus variedades en la mesa, y que tiene capacidad para 36 cápsulas. A esta parte de la oferta es a la que corresponde la cortesía de Nespresso al poner a nuestra disposición la Welcome Offer, puesto que el conjunto tiene en tienda un precio de 100 euros, lo que equivale al coste de las cápsulas más la mitad del importe del coffret, una ventaja que se multiplica si hacemos la compra por Internet, donde el conjunto cuesta 83 euros, gastos de envío incluidos, y por tanto supone que la caja de presentación se nos está regalando.

Por cierto, además del Special Club Jinogalpa -aún correspondiente a 2008-, Nespresso tiene a la venta dos Variations 2008, Jengibre cristalizado y Caramelo (parece que el Mandarina está agotado ya), creadas aromatizando de forma natural el grand cru Livanto.

Fotografía 1: Las cafeteras Nespresso Essenza de DeLonghi (estantería superior) y Krups (estantería inferior) en todo su colorido.
Fotografía 2: La Welcome Offer de Nespresso (el coffret se entrega vacío).
Fotografía 3: Las cajas, con diez unidades, en las que Nespresso vende sus cápsulas monodosis.
Música: Nespresso Theme, que ilustra los anuncios de televisión de la marca emitidos actualmente (una sintonía terriblemente sugerente, envolvente y seductora, como un Nespresso).