viernes, 29 de agosto de 2008

EL CIELO. Dirección: Carrera de San Jerónimo, 34. Madrid.


Me estreno como autora en Hedon&Sibaris (gracias públicas al alma del blog por su invitación) y después de valorar varias posibilidades de contenido para celebrar la ocasión como lo merece he concluido que sólo una alcanza la categoría de perfecta: el Hotel Urban. Vaya por delante que mi adorado Urban da para tanto que lo desgranaré en varias ediciones, la primera de las cuales, esta, voy a limitar al apartado del alojamiento (para otras quedarán el restaurante, Europa Decó, ese espacio que yo siento como propio y que es el Glass Bar, y la terraza, un must en la noche madrileña para todo aquel que quiera relajarse en un entorno exquisito).




Tuve el inmenso placer de conocer el hotel Urban cuando ni siquiera había logrado la categoría de Gran Lujo, aunque ya tenía todas las características que se la han otorgado. No caí allí por casualidad, lo había encontrado navegando y automáticamente me enamoré del aspecto de sus habitaciones. No es para menos: caoba, piedra negra de Zimbawe, cuero, alabastro... Más numerosas piezas de la colección privada de su dueño, el también egiptólogo Jordi Clos. Hay que decir, no obstante, que quien se encarga meticulosamente de muchos de los detalles del hotel -unos más acertados que otros- es su esposa, que de cuando en cuando se da una vuelta por Madrid y, entre otras cosas, mueve muchas de las tallas africanas, hindúes o chinas que personalizan cada habitación y algunos rincones del establecimiento.

Hace un tiempo que no tengo ocasión de hacer parada en Madrid y tengo que retener mi opinión sobre el nuevo hotel que las hermanas Koplowitz, dentro de la cadena Hospes, han abierto en plena Puerta de Alcalá, cuyo restaurante/pub de diversos ambientes es ahora mismo lo más de lo más, pero creo que ni aún desconociéndolo corro el riesgo de equivocarme al decir que el Urban, hoy por hoy, sigue sin tener competencia como lugar de lujo. No de un lujo ostentoso sino verdaderamente sibarita y terriblemente chic.

El primer impacto, si uno llega en el turno correspondiente, es ver a su portero negro ataviado con levita y gorra de plato color hueso. Ahora, para encantador, José Manuel, que como buen blanco lleva el atavío a la inversa, en negro. Cuando cualquiera de ellos toma el equipaje y abre esa puerta uno comprende que, verdaderamente, el cielo está en la Tierra. El protagonismo del cristal se perfecciona con la presencia justa del acero y la calidez que aportan sillas y lámparas de impacto, más la madera que forra las paredes. La arquitectura, totalmente volcada al interior, alrededor del atrio, es impactante.

Puedo presumir de haber dormido en los distintos tipos de habitaciones disponibles (salvo en la de dos plantas, inicialmente pensada como opción estrella pero luego relegada, creo que a la vista de que el cliente no se sentía demasiado seducido por la mera idea de disponer de una zona de escritorio en un segundo nivel) y todas ellas son un deleite. Uno de los aspectos más cuidados -para mí esencial en cualquier estancia, ya sea comercial, hostelera, hotelera...- es la iluminación, y existe la opción de regularla creando diversos ambientes. Sin embargo, un mundo de espacio y luz natural separa las estándar (qué bonito, que ahora todos las llaman "superiores") de las junior suites y, sobre todo, de las suites. Estas últimas corresponden a la esquina con la calle Ventura de la Vega y tienen la mayor superficie. Las paredes que corresponden a la fachada, incluído ese esquinazo, son de cristal. Parte coincide con el baño, exactamente con el punto donde se ubica la bañera de hidromasaje, con lo cual su uso resulta delicioso. Es perfecto disfrutarla por la tarde, antes de arreglarse para salir a cenar, cuando una camarera pasa por el cuarto con el carro de sales y se puede elegir entre opciones estimulantes, relajantes... Además, el cliente alojado en la suite encontrará como cortesías adicionales una botella de agua Voss y recibirá, fría, otra de champagne.

Espero, eso sí, que el hotel haya subsanado sus deficiencias de servicio, ¡importantísimas! y totalmente indignas de un Gran Lujo. Porque un establecimiento no puede recibir esta etiqueta sólo por estar bien construido. La atención al cliente es igual o más importante y el Urban -hace un año y medio que me alojé allí por última vez- era excelente en cuanto al trato, el cara a cara, y sin embargo dejaba mucho que desear, principalmente, en cuanto a la premura de las peticiones desde la habitación.

Pero, lo confieso, al Urban yo se lo perdono todo. Porque el Urban es el cielo. Más allá de todo lo descrito, el Urban es mi cielo, mi cielo personal, el lugar donde he vivido alguno de los momentos más intensos de mi vida, tormentosos unos, absolutamente felices otros. Momentos de ruptura, momentos de inicios, momentos... Momentos que ya son inigualables.

Foto: Vista parcial de una suite del hotel Urban. Advertencia: la cama que aparece en la imagen es ideal para las volteretas. Abstenerse personas tristes.
Música: If I was your woman, de Alicia Keys, ideal para envolver una estancia en un hotel como el Urban.
Hotel Urban: Carrera de San Jerónimo, 34. Madrid. Tel. 91 877 770. http://www.derbyhotels.com/

*Ah, un consejo... la carta de Tokajs es única y redondea las habitaciones... Pero eso se lo dejo al líder, Monsieur Le Connoisseur, no ya porque lo tenga comprometido en un post anterior sino porque no pienso privarme del placer de leerlo.
*Considérese esta una primera entrega sobre el Urban, no ya por estar pendientes las que he mencionado sino porque el propio aspecto del alojamiento requiere muchas más precisiones. Aunque me pensaré si hacer como M. Le Connoisseaur con "esos grandes almacenes" y esperar a que me paguen por hacerles el report a partir del que perfeccionar el establecimiento.

4 comentarios:

  1. ¡vaya extremo, sybarite! Te voy al tener que entregar las "llaves" del blog. Ha sido llegar tú y subir el nivel estético y el literario. Gracias por estar aquí.

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  2. (Enooooooooooooorme sonrisa).
    Ninguna compensación mejor que ese comentario. Puedes estar bien seguro de que el placer es todo mío.

    Y lo de que ha subido el nivel literario, podríamos valorarlo (que no discutirlo). Quizá sencillamente se ha completado.

    El estético... déjale tiempo al equipo. Hay tandems que son como el Urban, difíciles de superar.

    En cuanto a las llaves... los caballeros dejan pasar a las señoras pero siempre se encargan de ellas (¡de las llaves!). Y me consta que eres el mejor de los caballeros.

    Merci beaucoup, monsieur Le Connaiseur.

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  3. Se hace difícil comentar algo por aquí debido al alto nivel con el que se redactan las entradas. Estoy encantado, además, con que Miss Sybarite colabore en este proyecto.

    Al respecto de lo leído, sólo decir que merece más la pena tomarse un buen cóctel en el Glass Bar y tener una conversación agradable y enriquecedora -y más en buena compañía- que salir a desbarrar una noche en Madrid.

    Seguid así, que leeros es puro disfrute.

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  4. Yo, como saben mis más allegados, voy a dejar dispuesto en mi testamento que mis cenizas se esparzan en el Glass Bar. El Urban es el Cielo e la Tierra. Y mejor que lo disfrute cuanto pueda, porque después de muerto me temo que iré directo al Infierno, sin pasar por la casilla de salida y si cobrar los 20.000.

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